¿Por qué duele tanto la soledad?

El contacto humano no es un lujo, es una necesidad vital. A mediados del siglo XIX, miles de bebés morían de marasmo en hospicios por falta de caricias y calor humano. Investigaciones médicas mostraron que la ausencia de contacto físico podía llevar a la muerte, incluso en bebés aparentemente sanos. Hoy, como adultos, esa misma falta de conexión no nos mata físicamente, pero sí marchita el corazón: nos deprime, nos aísla y nos roba la alegría. Este blog explora por qué la soledad duele tanto y cómo recuperar la vida a través del amor y la conexión.

Sylvia Chavez - Love Queen

9/16/20252 min read

a woman holding a baby in her arms
a woman holding a baby in her arms

¿Alguna vez sentiste eso llamado "marasmo", hambre de piel o también llamado Trastorno Reactivo de Vinculación? Sí, ese anhelo profundo, casi físico, de contacto y conexión, incluso estando en medio de una multitud o acostada al lado de alguien. Esa soledad persistente que no se va, incluso cuando estás rodeada de gente.

No eres la única que lo siente. He recibido a tantas mujeres que me comparten ese mismo dolor: sentirse invisibles, no amadas, insuficientes. Es un vacío interno, un miedo constante a no ser dignas de amor. Y créeme, esa sensación… las persigue. Aparece en esos momentos silenciosos y solitarios, cuando todo afuera parece estar bien.

Así que déjame preguntarte: ¿cómo fue tu infancia? ¿Recibiste el amor, los abrazos, la calidez que necesitabas? ¿O te sentiste un poco perdida, como si te faltara algo esencial? Muchas de las mujeres con las que trabajo crecieron sintiéndose invisibles, y esa herida las siguió hasta la adultez. Luchan con sus relaciones, con su autoestima y con la creencia de que ni siquiera merecen ser amadas.

A menudo pienso en el marasmo—una enfermedad que afecta a los bebés que no reciben suficiente contacto y cuidado (leer https://asesoras-continuum.com/bebes-murieron-por-falta-contacto/). Es un recordatorio devastador de que estamos diseñados para la conexión. Sin amor, nos marchitamos, igual que esos bebés. ¿Y de adultas? Nuestro corazón puede sufrir igual, aunque seamos muy buenas para esconderlo.

Entonces dime, ¿has sentido ese hambre de piel? ¿Ese deseo de conexión tan fuerte que casi duele? Ves a la gente todos los días—caminando por la calle, en el trabajo, manejando autos brillantes y vistiendo ropa elegante—pero en el fondo anhelan que alguien realmente los vea. Lo he visto en los ojos de las mujeres que llegan a mí, cargando ese vacío durante años. Creyendo que no merecen amor, que nunca serán suficientes.

Pero aquí está la verdad: ninguna de nosotras vino a este mundo para vivir sola. Estamos aquí para conectar, para amar y ser amadas. Un abrazo, una palabra amable, un momento de contacto visual genuino puede llenar ese vacío. No hace falta mucho para cambiarle el día a alguien y recordarle que no es invisible.

Así que te pregunto: ¿cuándo fue la última vez que realmente conectaste con alguien? Quizá una desconocida en el supermercado, tu vecina o incluso alguien de tu familia. Vivimos en un mundo lleno de personas, y aun así muchas se sienten solas. De hecho, el 36% de los estadounidenses reportan sentir una soledad intensa, y es un problema global. La soledad no es solo una lucha emocional—es una crisis. Pero la buena noticia es que podemos sanar juntas, una conexión a la vez.

Lo he visto suceder. He visto florecer a mujeres cuando finalmente se dan cuenta de que son dignas de amor y que pertenecen. Todo comienza con algo tan simple como una sonrisa, un abrazo, una conversación real. ¿Qué estás esperando? Acércate. Conecta con otros. Y si aún no lo tienes claro, si todavía sientes que no eres suficiente—llámame. Acércate a mí. Estoy aquí para recordarte que eres digna de un amor que ni siquiera has soñado aún.

Eres un milagro y, créeme, el amor y el afecto se sienten tan bien. Así que anda, da ese primer paso. Y en cualquier momento, aquí estoy para ti.